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Las sombras de tempestad se movían sobre la ciudad, como danza de árboles y viento. Me pareciera estar contando una historia, pero no tengo claro el principio ni el final de todo. Desde arriba, todo, la ciudad, las luces, todo, se ve mucho más nítido, inclusive las estrellas. De hecho logré ver de nuevo, la sonrisa en la oscuridad que me prestaste por unos segundos, que parecieron eternos, pero que no lo fueron. ¿No me invitarías a subir a la rueda de la fortuna? Sería tan feliz, tan dichosa de sentir el revoloteo estomacal que ya me acostumbré a no sentir. Por hoy todos podemos ser amapolas y azucenas, violetas y bambú, los colores podrían combinar todos juntos, si es que así lo quisieramos. Reir a carcajadas hasta el resplandor del amanecer, escuchando la armonía del silencio. Instantes de besos negados, y luego, repentina y efusivamente consumados, una gran explosión. Mi cabeza da vueltas, pero siempre llega al mismo lado. Aún no puedo lograr que el vidrio se deshaga, no sé muy bien que debo hacer, actúo por impulso. Sigues durmiendo, pasmada en mi interior. ¿Cómo despertarte? Despertarme.