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De un momento a otro me perdí sin tu voz por el teléfono. Entre el volar de las palabras me despegué y caí al suelo, y entre los muchos suelos que me soportaron, el más decepcionante me acogió de los primeros. Entre la falta de química de la empírica me sustento, muriéndo famélica, entre lóbregos caminos hacia ninguna parte. Mi corazón vibrátil se estremece de sólo imaginarte y se esconde de sólo tenerte, y así se muere errático entre los lugares sin nombre, inexistentes en el mapa que tú lées.