Sí, fuiste.
A estas horas de languidez, solo puedo sentirme mortificada. Los besos y las manos, en una danza conjunta bailaban , al compás de la oscuridad. Imágenes entre cortadas, llegan hoy, ahora, a mi memoria. El calor de tu cuello, la suavidad de tu torso, hacía todo más luminoso. Las montañas siguen ahí, justo donde las dejé, pero esos momentos se movieron al recuerdo, a la nostalgia de algo que no fué. Nostalgia de manos frenéticas entre mi espalda y el cielo. Aun así, los pesares caen, indiferentes, por las burbujas, desde donde veo toda la ciudad. Eres, no eres, fuíste, sí, fuíste.