F r í o

La pared me habla, pero no le comprendo. El aire caliente se cuela por la ventana. Me derrito en tu hombro. Mi piel brilla. La efervecensia del primer día se perdió, el cosquilleo estomacal murió. Eres parte de la ficción de este lugar, tus ojos no son más que sombras proyectadas desde las pocas hojas secas del otoño (se extinguen pronto). Manjares de trufa se apoderan de mi lengua, y olores a frío se inmiscuyen dentro de mi nariz. Mi congelador me espera, pero a veces es bueno esperar y derretirse, luego congelarse en un molde nuevo y tomar otra vez forma.