Me gusta imaginar que me quieres
Las luces fuera de mi ventana corren como caballos queriendo morir. El momento se congela, ahora en esta hora somos uno. Nadie puede adivinar este momento, nadie lo imagina. Subimos sólo un poco hasta el cielo y morimos, descendemos a ese arrebato triste y melancólico que nos espera. Te miro mientras tanto, en ese jadeo romántico y suspirado, y en ese momento ya lo tenemos todo. Te atrapo en cada respiro, en un abrazo, en un beso hondo, un beso desesperado que lo desea todo. Y este ahogamiento en el pecho desespera, quita el sueño, casi como una enfermedad, casi como una adicción. Entre tanto nos intercambiamos la vida queriendo no adivinar un enloquecimiento mortuorio, un fin repentino, una súbita muerte a nuestra canción.